No es lo mismo terciopelo negro oscuro que cierto pelo negro oscuro

Estudio, estudio y más estudio; trabajo y trabajo; borracheras y borracheras. Estoy entrando en un circulo vicioso, del que espero escapar. La perspectiva de futuro no está nada clara. Pero una cosa es cierta, en agosto, vacaciones. ¿Dónde iré? Todavía no lo se. Es probable que pase unos días por Valencia, como me encuentre al niñato del metro... . Si me saco el carné en un mes, puede que valla a León, a recoger mi flamante Ford Escort último modelo. Pero la verdad, siendo realistas, lo más seguro es que me quede aquí, como siempre, y valla un par de días a Salobreña, a pisar la playita. Espero que la realidad no se cumpla.
Y es que estos días, con las lluvias, las chanclas puestas, si soy el tonto las chanclas, me estoy dedicando bastante a los libros. Un poquito harto ya de los complementos directos y demás, y hasta los cojones de Gauss, me he puesto a ver un poco de cine, así en plan casero, y películas antiguas o de cine independiente o alternativo, por así decirlo. Ken Loach, y su crítica social, ha sido uno de mis acompañantes más común en estos días. También Tarantino ha aparecido por mi ordenador, un poquito de manga, y algo de Takhesi Kitano. Dios, como me gusta el cine. Aunque claro, las mujeres me gustan más, pero ese es un tema que últimamente no me está reconfortando tanto, así que a ver cine, a estudiar, a trabajar, y de vez en cuando una copita para relajar el cuerpo.
Hay madre, cuantas faltas de ortografía.